
Es un consenso que la industria de la construcción es motor relevante en el desarrollo económico de un país, todo gobierno debe preocuparse de generar un ambiente de estabilidad y confianza para promover la inversión en proyectos que impliquen creación o mejoramiento de infraestructura y que aminoren el déficit habitacional y den trabajo a la población. A su vez los proyectos hoy en día están obligados a transitar por la senda de la sostenibilidad, los nuevos diseños y operación de edificios deben considerar la eficiencia energética e incluso su generación, el buen uso del recurso hídrico, las mínimas emisiones ambientales, sin descuidar el hacer mas confortable y placentera la vida de sus ocupantes. Por otra parte, el proceso constructivo debe ser lo menos molesto e invasivo posible, tomando los resguardos de generar el mínimo impacto ambiental y a la comunidad cercana a la obra. Este cambio no es trivial, se requiere de una gestión de cambio asociada a la cultura con que actualmente se construye.
Soy testigo que la industria va en el camino correcto, cada vez son más las constructoras que desean aminorar sus impactos con onerosas medidas de mitigación, pero la comunidad debe también ser consciente que habrá episodios que sufrirán molestias, pero el resultado, luego de algunos meses, valdrá la pena ya que las nuevas edificaciones vienen con este nuevo concepto de sostenibilidad que incluso dará valor al vecindario donde viven.
Invitamos a las empresas a sumarse al programa Compromiso-PRO de la CChC, ha realizar estudios de impacto previo a la ejecución de sus proyectos y a tener un programa preventivo y de monitoreo de los resultados que están teniendo los sistemas de mitigación implementados en sus obras.